Constitución española

Hoy, en su trigésimo quinto aniversario, toca perpetrar uno de los grandes libros de humor de la historia: la Constitución española. Para muchos —aunque, paradójicamente, alguno de ellos estuviera en contra cuando salió— se trata de una especie de Biblia o Corán, un libro sagrado inmutable e intocable que revela las verdades del ser humano y del Universo, pero no: es un libro de humor. Un grandioso libro de humor, por ser más concreto.
Por ejemplo, es un libro que, todo sarcasmo, asegura que todos los españoles somos igual de iguales ante la ley que la infanta Cristina. Obsérvese la fina ironía que destilan los autores de la obra: ni Quevedo, oigan. También es una obra que asegura que cualquier español tiene derecho a una vivienda digna, lo que siempre que se lee el texto es saludado con aplausos y excelente humor por indigentes y desahuciados entre otros.
O, por poner más ejemplos, dice que España es un estado aconfesional, lo que también es recibido siempre con gran algarabía, en este caso por el ministro de Educación y la Conferencia Episcopal. O la libertad de reunión y manifestación, que le hace especial gracia al ministro de Interior, que parece un señor que no tiene sentido del humor pero que lo tiene a capazos. Por no hablar de ese derecho a la Justicia que hace que el ministro de Ídem se desternille él solo en su despacho mientras se inventa tasas para impedir el acceso a la Justicia de los que no tienen posibles. Y así todo el rato; un no parar: que si derecho a la sanidad, que si derecho a la educación, que si derecho a pensiones, que si los ricos tienen que pagar más que los pobres... Lo que técnicamente se conoce como un festival del humor, vamos.
Pero ya el descojone total es cuando, en un momento de la obra, se asegura que los españoles tienen derecho... ¡al trabajo! No falla: todas las veces que se representa esta escena el público acaba muerto de la risa y puesto en pie ovacionando, más que a los actores y actrices, a los autores del texto.
Lo dicho: una de las grandes obras de humor de la historia. ¿La mejor? Para mi gusto sí, pero eso siempre va por barrios. A otros, por ejemplo, les gusta más la Carta de los Derechos Humanos. Y lo entiendo, porque también es un texto muy divertido y cachondo.

LeandroAguirre©2013 (revisión 05/12/2014)

 

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