Eneida

Iba un día el gran Augusto, emperador de Roma, pensando en sus cosas cuando de repente reparó en algo. “Coño”, se dijo a sí mismo (bueno, en realidad dijo: “Coñus”); “no tenemos un poema épico sobre el origen de Roma”. Ya, tú y yo estaríamos pensando sobre qué preparar para comer o algo así, pero el cerebro de los emperadores, sobre todo el de los emperadores romanos, funcionaba diferente. Así pues, Augusto le mandó un Whatsapp a un tipo que conocía, un tal Virgilio, para que se encargara del asunto. Y así, amiguitas y amiguitos, nació la Eneida.
¿Qué hizo Virgilio al recibir el encargo? Pues lo que habían hecho los romanos toda la vida: copiar a los griegos, que para qué te vas a esforzar si aquella gente que escribía tan raro ya lo tenía todo hecho. Así que, entre cosillas de Homero, cosillas que había oído por ahí y cosillas de su propia cosecha, Virgilio parió finalmente la obra. Doce libros en verso, en concreto. Lo advierto por si alguien tiene la intención —y la moral— de leérselo.
¿El argumento? Bueno, pues va del príncipe Eneas, que, tras la derrota ante los aqueos y la muerte de su esposa, huye de Troya en busca de un destino que no sea la muerte. Es entonces cuando sucede el primer fenómeno paranormal de la obra, ya que, en su huida, Eneas recibe la visita del príncipe Héctor, lo cual igual no os parece demasiado paranormal pero eso es porque aún no os he explicado que el tal Héctor estaba muerto. Héctor le dice a Eneas que no se preocupe por la muerte de su esposa, que acabará con una gachí de buen ver y de sangre real, lo que deja a Eneas mucho más sereno porque, claro, si le cambiaban la antigua por una mejor la cosa era diferente.
Eneas se tira siete años de travesía —porque la diosa Juno, que por lo que se ve se aburría, le va puteando todo el camino— hasta que llega a Cartago acogido por Dido, que, gracias a las tretas de Venus y Cupido, se enamora perdidamente de Eneas y se acaba suicidando cuando éste parte por orden de Júpiter. Efectivamente: a Virgilio sólo le faltó meter en la historia a Superman, los Teletubbies y Mister Potato para acabar de redondearlo.
En fin... Que de camino a Italia a Eneas, en el segundo fenómeno paranormal, se le aparece su fallecido padre y le pide que le acompañe al Averno. Eneas, increíblemente, accede. No sé vosotros, pero yo ya le he dicho a mi padre que si, cuando se muera, viene para que me dé con él una vuelta por los avernos, que ni de coña lo voy a acompañar. Con todo el cariño lo digo, pero ni de coña. Pero, como hemos dicho, Eneas sí va y su padre le enseña toda la gloria que van a tener sus descendientes, los romanos. Precioso.
Total: que Eneas llega a Italia, se casa con Lavinia, hija del rey latino Latino, y, tras ganar alguna batalla que otra, se convierte efectivamente en el padre de todos los romanos. ¿Y Rómulo y Remo? A Rómulo y Remo que les den por saco, debió pensar Virgilio. Es comprensible: no eran ni griegos, ni dioses, ni muertos que hablaban, así que no tenían el suficiente glamur. Y es que se ve que lo de "Basado en hechos reales" no iba demasiado con Virgilio, parece ser.

LeandroAguirre©2014 (revisión 16/07/2015)

 

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