Peter Pan

Peter Pan es un niño que, con tan solo un día de vida, huye de su casa para irse a vivir con unas hadas y otros críos en el País de Nunca Jamás, un lugar donde se es eternamente niño y feliz. No: evidentemente no estamos hablando de una novela histórica en plan ‘Yo, Claudio’ y tal, está claro.
La cuestión es que, pasados los años, y en uno de esos garbeos nocturnos que se daba volando por Londres (ay, sí, que no os lo había dicho: el niño vuela), Peter conoce a Wendy, que es una niña ya crecidita, y la invita a ella y a sus dos hermanos pequeños a visitar el País de Nunca Jamás. Y, sin avisar a sus padres ni nada, los tres menores se van con Peter. Aunque, si lo pensáis, es normal que no les dijeran nada, porque si hubieran despertado a sus progenitores en plena madrugada para preguntarles si podían ir a un lugar llamado Nunca Jamás con un niño rarísimo vestido de verde que volaba, probablemente no se lo hubieran permitido. Llamadles estrictos si queréis, pero seguramente no les hubieran dejado.
Total, que en el País de Nunca Jamás Wendy se convierte en una especie de mamá de todos los niños, mientras Peter se pasaba el día por ahí batallando contra el capitán Garfio y otra mala gente que corría por el lugar, viviendo mil aventuras sin igual. Hasta que, añorada, Wendy decide regresar a su londinense casa. Pero no lo hace sola, ya que se lleva con ella a vivir a todos los niños. ¿Que qué dijeron sus padres cuando aparecieron sus hijos acompañados con tropecientos infantes con la intención de instalarse allí? Bien... Eran gente práctica, así que, cuentan, montaron un hospicio y se dedicaron a vender niños. Es una filosofía como cualquier otra: si Dios te envía una lluvia de clavos, monta una ferretería. Quien se complica la vida es porque quiere, la verdad.

LeandroAguirre©2014 (revisión 01/10/2015)

 

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