Identifíquese.

El señor Fernández Díaz, me temo.
Que se identifique.

Un juntaletras.
¿Qué trama?

No tramo nada, sólo quiero preguntar.
El qué.

Cosas.
¿Documentación?

Sí, hombre.
Pues sin identificarse no hay preguntas.

Pues me parece muy bien, ya entrebestiaré a otro. Será por ministros ocurrentes, ya ve.
Espere, espere... Que estaba pensando que, técnicamente, la ley aún no ha entrado en vigor y todavía puede usted entrevistarme.

¿Y si hubiera entrado en vigor no?
No. Entonces le hubiéramos multado con 300.000 euros por osar molestar a un ministro.

¿Y hubieran esperado cobrar?
Siempre hay medios.

De donde no hay nada no se puede sacar, se lo advierto.
¿Usted tiene órganos?

No, no toco ningún instrumento.
Me refería a órganos del cuerpo; corazón, pulmones, hígado y cosas así.

En un estado lamentable, pero sí, tengo.
Pues ya sabríamos de dónde sacar los 300.000 euros.

Para eso tendrían que pillarme.
Le tenemos a usted más que controlado.

Pero si no sabe quién soy...
Me da igual: les tenemos controlados a todos.

Vamos a ello. Menuda Ley de Seguridad quiere usted sacar, ministro.
No sé qué le ven de extraña.

Hombre, que si además de todo ya no podemos salir a quejarnos...
Esto es un país democrático: pueden quejarse, faltaría más, pero bajito y en sus casas.

¿Y si queremos hacerlo alto y en la calle?
Pues si  deciden tomar esa antipatriótica postura, nosotros les daremos permiso o no y les indicaremos dónde y durante cuánto tiempo pueden hacerlo. También les suministraremos las consignas que pueden proclamar.

¿Me permite que le lea una cosa?
Ah, ¿sabe usted leer?

En algunos idiomas más que Rajoy, ya se lo digo. Se trata de lo siguiente: “En los casos de reuniones en lugares de tránsito público y manifestaciones se dará comunicación previa a la autoridad, que sólo podrá prohibirlas cuando existan razones fundadas de alteración del orden público, con peligro para personas o bienes”. ¿Sabe usted lo que es eso?
¿Parte del contrato que nos hace firmar Facebook?

Mal. Es parte del artículo 21 de la Constitución española, ésa que tienen ustedes siempre en la boca.
Pues no me suena.

Ya, a ustedes sólo les suena lo que les interesa. La cuestión es que dice que a la autoridad sólo se le tiene que comunicar la manifestación, no pedirle permiso.
Eso es lo que interpreta usted.

No, oiga, eso es lo que dice; se lo acabo de leer. Es más: dice que su obligación como autoridad es proteger la manifestación, no reventarla.
Porque usted lo diga.

En fin... ¿No cree que las multas que se le han pasado por la cabeza son un poco excesivas?
Por favor... ¿Quién no tienen 600.000 eurillos de nada para pagar la multa de protestar frente al Congreso?

Ésa es otra: si no podemos protestar frente al Congreso y esos sitios, ¿dónde se supone que nos tenemos que manifestar?
No es usted imparcial.

Ni lo pretendo. ¿Me responde?
¿A qué?

A la pregunta, si pudiera o pudiese ser.
¿Cómo era?

Que dónde nos tenemos que manifestar...
Se lo he dicho al principio: en su casa de ustedes.

Vale. Sinceramente, lo que más me preocupa es que las sanciones queden en manos de los policías en lugar de los jueces.
¿No se fía usted de la Policía?

Lo justo, para qué le voy a engañar.
Lo último que haría un policía es mentir o abusar de su autoridad.

Me habla de la Policía del País de las Maravillas, supongo.
Efectivamente, le hablo de la Policía de España.

Hablando de España, una última pregunta: ¿qué se considera una ofensa a España?
Pues cosas que ofenden a España.

¿Podría explicármelo sin utilizar la palabra ‘ofensa’ y el verbo ‘ofender’?
Es que no llevo el diccionario de sinónimos encima.

Ya me imagino que si quemo una bandera se considera ofensa, pero si, por ejemplo, opino que España es fea, ¿eso es una ofensa?
500.000 euros de multa y un año de cárcel.

Y si, por poner más ejemplos, me cago en la madre que parió a España, ¿es una ofensa? Porque, ahora soy yo el que habla técnicamente, España ni tiene madre ni la parieron.
Eso llevaría consigo una multa de 300.000.000.000 de petrodólares y 1.200 años de cárcel.

Bueno, pues ya lo tengo mucho más claro. Aquí lo dejamos, ministro.
Se va a retractar y disculpar, ¿no?

¿De qué?
De haber hecho eso encima de la madre que parió a España.

Lo ponía como ejemplo.
¡Huy, como ejemplo además! Pues aparte de la multa que ya le he comentado, eso está penado con 1.000.000 de euros más y la retirada del carnet de conducir.

No sé qué tiene que ver el carnet de conducir con esto.
Es que me fui entusiasmando me fui entusiasmando... y eso.

Pues vale. Adiós ministro.
Tendrá noticias de la Policía.

Vivo a dos minutos andando de Francia, así que tendrán que darse prisa.
¡Ofensa a España!

Que sí, que lo que usted diga.
¡Ofensa al ministro!

Le cuelgo, ¿eh?
¡Ofensa a Telefónica!

Qué señor... Ha dejado a Corcuera como un boy scout...