Bon jour...

Julie Gayet?
Oui.

Parlez-vous espagnol?
Perfectamente. Antes veraneaba en Torremolinos.

Es un alivio.
Qué panzadas de pescaíto frito, oiga.

Quería hacerle unas preguntas, si puede ser.
¿Tú quién eres, a todo esto?

Un juntaletras.
Qué profesión más rara.

Tiene que haber de todo.
Eso sí. Pregunte, pregunte.

En realidad sólo tengo una pregunta: ¿por qué?
¿Por qué qué?

¿Por qué Hollande?
¿Por qué Hollande qué?

Es que lo de Carla Bruni con Sarkozy ya costaba de entender, pero es que lo suyo con Hollande...
No sé qué le ve de extraño. C’est l’amour.

¿Sólo l’amour?
El amor no entiende de edades ni de clases sociales ni de nada.

Ni de estética, veo.
Pardon?

Nada, nada... Que un flechazo, dice, ¿no?
Efectivamente: fueron sus ojos profundos e inteligentes los que me enamoraron.

Los ojos, claro. El que fuera presidente no tuvo nada que ver.
Mais no! Si fuese basurero le querría igual.

Hombreee...
Se lo juro.

La creeré cuando la vea salir con uno.
No lo descarte.

Teniendo en cuenta cómo son sus amistades es para dudarlo, sinceramente.
¿Qué les pasa a mis amistades?

Dicen que el piso en el que se ven pertenece a la mafia.
Bueno, pero tengo amigos de todo tipo, no sólo mafiosos. Tengo amigos actores, banqueros, periodistas, políticos...

Basuseros no, veo.
Curiosamente no.

Curiosamente. ¿A partir de ahora?
Qué... A partir de ahora qué.

Eso pregunto yo: ¿se casarán o algo?
¿Quién?

Usted y Hollande, obviamente.
¡Sí, hombre, con ese señor me voy a casar!

¿No estaba tan enamorada?
Porque tiene los ojos profundos y es presidente, pero algún día dejará de tener los ojos profundos.

En fin... Pues no tenía mucho más que preguntarle, la verdad.
¿No me va a preguntar por mi carrera como actriz o algo?

Me interesa lo justo, para qué la voy a engañar.
Pues usted se lo pierde, porque paso por un gran momento y no dejo de recibir ofertas de trabajo.

Lo de Hollande no tendrá nada que ver, supongo.
Para nada: soy una actriz muy respetada en Francia.

Pues venga, aproveche.
Eso hago.

Ya veo. Adiós.
Au revoir.

Aaay... Qué bonico es el amor verdadero, ¿verdad?