Hola...

Hola... Soy el Juntaletras, señora Aguirre.
Hombre, majete, qué tal... ¿Qué, llamas para regodearte?

Nada más lejos de mi intención. Llamo para despedirme.
¿Por qué? ¿Te vas a algún lado o algo?

Se va usted, ¿no?
Yo no me voy a ningún sitio, majete. Que deje la presidencia del partido no quiere decir que deje el resto de cosas.

En todo caso no es lo mismo ser la presidenta del partido que una simple concejala.
De simple concejala nada, majete. Concejala, condesa y grande de España.

¿Otra vez con eso?
Es que me gusta recordarlo.

OK, ya lo ha dicho, ahora no hace falta que lo repita más, ¿eh? ¿Por qué dimite, concejala?
Porque soy demasiado buena persona.

Me lo amplíe.
Soy de natural confiada y la gente se aprovecha de ello.

Que se la han metido doblada, dice.
Qué soez y qué malhablado eres, Juntaletras, majo. Pero resumiendo: sí, me la han metido doblada.

Es difícil de creer que no se enterara de nada, con sinceridad.
¿He dicho ya que soy demasiado buena persona y demasiado confiada?

Hará como unos veinte segundos.
Pues eso.

Sigue siendo igual de difícil de creer que hace veinte segundos.
Y yo estoy preocupadísima por ello, en serio.

Aceptando su versión de los hechos, ¿por qué ahora?
¿Por qué ahora qué?

Por qué dimite ahora y no, por ejemplo, hace tres años o dos o uno, que ya se sabía más o menos lo mismo que se sabe ahora.
Lo sabrías tú, pero yo, que aparte de confiada y buena persona soy así como despistada, no tenía ni idea.

Presideeentaaa... Ay, perdón... Concejaaalaaa...
Qué...

Que no cuela.
Demuestra tú lo contrario, majete.

Yo solo pregunto, a mí no me líe.
¿Ves? A mí me ha pasado lo mismo.

¿Perdón?
¿Te puedo decir una cosa en confianza, Juntaletras?

No, pero ya sabe que a mí no me lee ni el Tato, así que creo que puede arriesgarse.
Pues eso, que vi el percal y me dije a mí misma: “Esperanza, maja: eres condesa y grande de España, no necesitas comerte este marrón”.

Y le deja el marrón a Cristina Cifuentes, básicamente.
Efectivamente, majete.

Estará muy contenta...
¿Cristina? Quería mandar, ¿no? Pues venga, a ello.

Suerte que es usted buena persona.
Si fuese mala persona le hubiese dejado un zurullo en uno de los cajones de la mesa del despacho, y no lo he hecho.

Todo un detalle.
¿Verdad?

En fin... Pues nada, doña Esperanza, le dejo ya.
¿No me vas a llamar más?

Depende de usted, más que nada.
¿Y eso?

Hombre, si la lía no tendré más remedio que llamarla, claro.
¿Y si no, no?

Si no, no deja de ser usted una concejala más de los miles de concejales que hay en España.
Qué mala persona eres, Juntaletras. Con los momentazos que os he dado.

Eso sí, y yo se lo agradezco. Pero ahora es una concejala. Que, ya que estamos, ¿no debería dejar de serlo?
¿Por?

Hombre, si lo deja, déjelo todo, ¿no?
¿Por?

Venga, hasta otra, doña Esperanza.
Adiós, Juntaletras, majete.

No sé yo si Cifuentes va a dar el mismo juego, la verdad. Habrá que llamarla un día de estos, supongo.