NOMBRE COMÚN: Suspicaz.
NOMBRE CIENTÍFICO: Era de esperar: que quiénes éramos, que de dónde veníamos, que quién nos enviaba, que de dónde habíamos sacado su número de teléfono, que qué queríamos hacer con su nombre científico... Finalmente no nos lo ha dado porque tanto nosotros como la ciencia le resultábamos muy sospechosos, claro.
CARACTERÍSTICAS: Pues eso: que el Suspicaz sospecha de todo y de todos, algunas veces con motivos pero en la mayoría de casos sin. El Suspicaz sospecha de lo que puedan haber hecho con su café antes de servírselo, sospecha de los mecánicos cuando deja su coche en el taller, sospecha de la vida privada de los demás, sospecha de que eso blanco que cae del cielo sea realmente nieve y no otra cosa, sospecha de lo que puedan sospechar los demás sobre sus sospechas y, en el colmo de la sospecha por la sospecha, sospecha incluso de lo que podría haber hecho su madre nueve meses antes de parirlo aunque sea sospechosamente clavado a su padre oficial. Sospechosamente obsesivo, sí.
Una de las características principales del Suspicaz es que no puede dejar de ver mala fe en los demás. Es decir, que si su maestra en el parvulario le dice que meta la pieza triangular en el orificio triangular y la pieza cuadrada en el orificio cuadrado, ya desde bien pequeñito el Suspicaz entiende que aquella señora está intentando engañarle e intenta meter el triángulo en el agujero cuadrado y el cuadrado en el triangular. Después de eso pueden pasar dos cosas: que, tras horas de intentar meter el cuadrado en el triángulo acepte que la maestra tenía razón y claudique, o que, a pesar de todo, aún siga sospechando que trataba de engañarle. Aparte de todo es una especie bastante tozuda, efectivamente.
TIPOS: A falta de una pequeña consulta a la NASA para confirmación, parece que, increíblemente, van a ser dos: El Suspicaz Sospechador y el Suspicaz Sospechante. ¿Diferencias? Ni idea. Los ponemos porque la ortodoxia científica dice que existen, pero, en Fauna Humana, por más Suspicaces que estudiamos no acabamos de ver la diferencia entre uno y otro. Todos sospechan continuamente del mismo modo, por lo que no vemos de dónde saca la comunidad científica que hay dos tipos. Pero si ellos lo dicen...
HÁBITAT: ¿Hace falta decir que da un poco lo mismo porque cualquier lugar le parece sospechoso de ser sospechoso? Eso sí, gilipollas no es: prefiere sospechar de un hotel de estrellas que de una pensión de menos dos. Llámale tonto.
ALIMENTACIÓN: Uuuy, muy especialito en este apartado porque, claro, cualquier alimento, cualquier vendedor de comestibles, cualquier cocinero o cualquier camarero es, por supuesto, altamente sospechoso. Incluso sospecha de sí mismo cuando es él el que cocina. Al igual que en el apartado anterior, también hemos de decir que el Suspicaz prefiere sospechar de unas gambas o unas angulas que de unas acelgas al vapor o de unas coles de Bruselas con coles de Bruselas de guarnición. Repetimos: suspicaz sí, gilipollas no.
APAREAMIENTO: Nada reseñable en este aspecto. Sospecha de todas y cada una de las parejas de cópula que tiene durante la vida, pero —insistimos en que no es gilipollas— aun así se aparea sin problemas. No queremos ser cansinos, pero hemos de indicar que el Suspicaz sospecha mucho más a gusto con Marilyn Monroe o Paul Newman que con Camila Parker o... o... el príncipe Carlos, para qué vamos a ir más lejos. Totalmente lógico.
COMPATIBILIDADES: Una muy especial: con el Conspiranoico. O sea: se juntan un Suspicaz y un Conspiranoico y lo que puede salir de ahí es la paja mental más descomunalmente descomunal de la historia. Es pa’ verlo y, sobre todo, pa’ oírlo, en serio.
INCOMPATIBILIDADES: Con los Todoelmundoesbueno, los Dontworrybehappy y los Bewatermyfriend. Con cualquier especie con un mínimo de naturalidad, buena fe y confianza en el ser humano, que, aunque parezca mentira, existen.
CONCLUSIÓN: El Suspicaz es suspicaz pero no es gilipollas. Lo recalcamos por si no había quedado del todo claro. Y por no levantar sospechas, claro
