EL 23-F

ACONTECIMIENTO: Golpe de Estado del 23 de febrero.

ÉPOCA: Una en la que los militares españoles estaban de un nerviosito y un susceptible que no se podía ni aguantar. Demasiado café, se supone.

CRONOLOGÍA: El tema: que los militares en España no se acostumbraban a no ser ellos los que mandaban y decidieron, tras un cabreo colectivo, tomar el poder. Era normal que, después de cuarenta años mandando por sus santos galones y sus santos sables, no vieran con demasiados buenos ojos cosas como la legalización del PCE, el divorcio y, sobre todo, ese festival de atentados de ETA que los tenía a ellos como principal objetivo. Lo que pasa es que, pobres, no pudieron hacerlo peor. Y es que a quién se le ocurre enviar a la Guardia Civil para tomar el poder, la verdad.
Pues eso: que entró en el Congreso de Diputados un tipo con tricornio y bigotazo, pegó cuatro tiros al aire y les dijo a los diputados que aquello era un golpe de estado y que se esperaran, que enseguida venía la autoridad competente. Pero Tejero, que así se llamaba el picoleto del bigote en cuestión, y sus compinches esperaron pero allí no se presentaba nadie. Y esperaron y esperaron y nada. Y volvieron a esperar y de la supuesta autoridad competente nunca más se supo. Así que, tras toda una noche esperando, el del tricornio y bigotazo asumió que lo habían dejado más tirado que a un anciano en una gasolinera y decidió acabar con aquello. ¿Se suicidó o algo? No, salieron por las ventanas del edificio y fueron detenidos y tal y cual. El porqué eligieron las ventanas en lugar de las puertas es un misterio sin resolver, aunque no hay que darle muchas más vueltas porque, recordad, estamos hablando de militares y guardias civiles. Lo voy recordando para que no se os olvide, más que nada.

MOMENTAZOS:
–¡Se sienten, coño!
Famosísima la entrada de Tejero en el Congreso y su "¡Todos al suelo!" y su "¡Se sienten, coño!". Poesía en estado puro, verdaderamente. Pero, disculpas por repetirme, era un guardia civil, qué queréis. También muy famosos los disparos en el techo del Congreso, cuyos agujeros aún son visibles en la actualidad. Que digo yo: muy bonito mantener la historia y eso, pero la calefacción que se escapa por ahí la pagamos todos, así que quizá que los vayan tapando, ¿no?
–Puntería. De entre todos los diputados que en aquel momento se encontraban allí, sólo el presidente Suárez y el diputado Carrillo permanecieron sentados en sus escaños cuando Tejero ordenó que la gente se echase al suelo y sus esbirros comenzaron a disparar. Pero no hay que culpar al resto por no hacerlo, evidentemente. Si yo hubiera estado allí, y aunque sólo fuera por mi poca fe en la puntería de aquellos tipos, me hubiera echado al suelo indiscutiblemente. Que eran, siento la insistencia, guardias civiles, hombre.
–'Rock 'n' Roll star'. Pero la indiscutible estrella de aquella party fue el teniente general Gutiérrez Mellado, que no solamente no se tiró al piso cuando Tejero lo ordenó, sino que se levantó y, como superior suyo que era, se encaró con los golpistas. Entrañable imagen la de aquel hombre de setenta años de aspecto frágil pegándole voces a toda aquella panda de delincuentes. Me diréis: éste también era militar. Y sí, lo era; pero que su acción fuera valiente y loable no significa que fuera la actitud más inteligente, teniendo en cuenta que los que tenía enfrente también eran militares y, en su caso, llevaban pistolas y metralletas. Pero loable de todas todas, lo de Gutiérrez Mellado, indiscutiblemente.
–Fallas. En el único sitio en el que no dejaron colgado a Tejero fue en Valencia, donde el capitán General de la Región Militar, Milans del Bosch, tuvo un chute de adrenalina y sacó a los soldados y los tanques a la calle. Con un par. Hasta que, como Tejero, se hartó de esperar y regresó con los cañones entre las piernas a los cuarteles. O sea: organización no es la palabra que mejor define lo que esa gente montaron aquel día. Qué torpes, en serio. No hace falta repetir que eran militares, supongo.
–Pasa la viiidaaaa… La cosa finalizó cuando el rey, que es el jefe de todos los militares, salió por la tele y les dijo que dejaran de hacer el capullo y salieran del Congreso. Muy loable también lo del rey, que, hasta ahora, ha vivido de eso como, precisamente, un rey. Pero el crédito de aquello ha finalizado definitivamente y, cualquier día, podemos ver al rey llamando a la Guardia Civil para que no le echen de su pisito en la Zarzuela. Y es que la historia y la vida dan muchas vueltas, ¿verdad?

EPÍLOGO: No quiero ser pesado pero… es que eran guardias civiles; ¿qué esperaban?

LeandroAguirre©2013 (revisión 23/02/2015)

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