ENRIQUE VIII

NOMBRE: Enrique VIII de Inglaterra.

ÉPOCA: Una en la que si no te dejaban divorciarte te inventabas una iglesia nueva y ya está. De esa época precisamente es la frase: "A grandes males, grandes remedios". Pues no eran nadie ni na'.

CURRÍCULUM: Enrique VIII, rey de Inglaterra y Señor de Irlanda allá por el siglo XVI (Qué raro... Nunca pongo el siglo en el que suceden las cosas; ¿me estaré haciendo mayor o algo?), fue un monarca que, aparte de tener una cara muy difícil, ha pasado a la historia principalmente por dos motivos.
El primero, por proponerse el Récord Guiness de reinas beneficiadas, algo que consiguió holgadamente aunque nunca llegó a las ocho que se había propuesto (le hacía ilusión tener las mismas esposas que números tenía su nombre, mira) y se quedó en seis. Cuando el bueno de Enrique Tudor se cansaba de la parienta, pedía la anulación del matrimonio o, directamente, porque la paciencia no era la mejor de sus virtudes, la mataba y a por la siguiente. Y es que hay gente que, en este caso literalmente, culo veo culo quiero.
El segundo motivo fue que, como la Iglesia Católica consideraba excesivas el número de bulas que estaba teniendo que extenderle al rey de Inglaterra para que pudiera divorciarse y volverse a casar, Enrique VIII rompió con la susodicha, fundó la Iglesia Anglicana y, con un par, se nombró a sí mismo cabeza y guía de dicha y flamante religión. Rey y Papa —y Señor de Irlanda, no lo olvidemos— todo en uno, como un campeón. No llegó a autoproclamarse dios como los emperadores romanos, pero sólo fue porque estaba demasiado ocupado casándose, divorciándose y ejecutando esposas y no se le ocurrió, que si no…
Entre esposa y esposa Enrique VIII tuvo tiempo de anexionar Gales, promulgar leyes contra la sodomía y la brujería, y algunas otras cosillas, pero, en fin, nimiedades en comparación a su carrerón matrimonial.

MOMENTAZOS:
–Catalina de Aragón.
Hija de los Reyes Católicos españoles y primera esposa/víctima de Enrique VIII, que usó a la princesa de Aragón como probeta para fabricar hijos y ya está. Pero tras numerosos embarazos fallidos e hijos que duraban menos que el salario de un pensionista, Enrique, que ya por entonces se cepillaba todo lo que se movía por la corte, decidió divorciarse de la pobre Catalina. Podría parecer una mala noticia para ella, pero no sabía lo afortunada que era.
–Ana Bolena. Porque no tuvo tanta suerte Ana Bolena, con la que, al no ser hija de Isabel y Fernando, Enrique no tuvo tanta paciencia. Tras un par de abortos, decidió no esperar más y, ni corto ni perezoso, la decapitó. Un mundo le había costado divorciarse de Catalina, así que ni de coña iba a pasar otra vez por lo mismo. Pero ni de coña, vamos.
–Jane Seymour. Esta sí, por fin, le dio al rey el príncipe heredero que tanto deseaba, pero fue, se ve, tal el esfuerzo que murió a las pocas semanas. Bien: ésa es la versión oficial, porque personalmente no descarto que, una vez finalizado el trabajo encomendado, Enrique VIII hubiese decidido cargársela porque, quien tenga ganas que lo compruebe, no era la mujer más agraciada de la Tierra. Como es costumbre, yo ahí lo dejo.
–Ana de Cleves. Otra de las afortunadas. Enrique se casó con ella de oídas y cuando llegó a la corte comprobó que Jane Seymour era Miss Universo comparada con Ana. El rey se casó para no quedar como el culo, pero a los cuatro días le dijo que gracias por venir, pero que mejor siguieran cada uno por su lado. El rey comenzaba a ser mayor y la dejó ir en lugar de ejecutarla, que es lo que hubiera hecho unos años antes. Ya blandeaba, efectivamente.
–Catalina Howard. En fin… Esta duró menos que la anterior, pero fue por su mala cabeza. Al poco de casarse se ventiló a un tipo de la corte y, claro, Enrique VIII comenzaría a estar mayor y a blandear lo que queráis, pero de ahí a permitir que le pusieran los cuernos bajo su propio techo va un trecho. La ejecutó, claro. ¿Qué otra cosa podría haber hecho, pobre hombre?
–Catalina Parr. Sí, se ve ve que en aquella época el 90% de las mujeres se llamaban Catalina, porque de otra forma no se entiende tanta Catalina en la vida de Enrique VIII. Esteee… La tercera Catalina, lo habéis adivinado, tampoco sobrevivió al rey. Se supone que por causas naturales, pero, ya sabéis, con este hombre no se puede saber nunca. Que cada cual piense lo que quiera.

EPÍLOGO: En aquel tiempo era más peligroso casarse con Enrique VIII que contraer la lepra. Y no hay nada más que decir.

LeandroAguirre©2013 (revisión 26/11/2014)

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