DR. MENGELE

NOMBRE: Josef Mengele.

ÉPOCA: Una en la que si te ofrecían un viaje gratis en tren tenías que desconfiar. Y mucho.

CURRÍCULUM: Bien... Pues hablamos hoy de uno de los grandes chalados de la historia, sólo comparable a sujetos como Calígula, el príncipe Vlad o su propio jefe, Hitler. Este psicópata, que se supone que era médico, tuvo la suerte de encontrase en el lugar adecuado en la época indicada para dar rienda suelta a su psicopatía: el campo de concentración de Auschwitz en plena locura exterminadora nazi. Y, claro, darle a Mengele a miles de judíos, gitanos y demás para experimentar era como dejar solo a un niño en una tienda de chucherías: el paraíso.
Y el hombre se puso hasta arriba de chuches, como no podía ser de otra manera. No daremos demasiados detalles porque, aparte de que las atrocidades de este demente son hartamente conocidas, son demasiado desagradables para una sección en la que, al menos se intenta, debería predominar el humor o algo que se le parezca.
En fin, que Mengele siguió realizando monstruosidades mientras lo dejaron, cosa que sucedió diez días antes de que el Ejército Soviético tomara Auschwitz. ¿Qué fue de Mengele a partir de ahí? Luego concretamos más, pero, así a grosso modo, fue girando de país sudamericano en país sudamericano hasta que un día de 1979, ya bien mayorcete,  se ahogó en el mar en extrañas circunstancias, ya que, entre otras cosas, se ve que Mengele no sabía nadar y se desconoce qué hacía a cien metros de la playa. Y ya. No hubo justicia, ni terrenal ni poética, para Mengele. Quizás la hubiera divina, pero eso no lo sabremos nunca.

MOMENTAZOS:
–Inútil.
Se podría pensar que, aparte de estar como un cencerro, alguno de los experimentos de Mengele hubiera podido tener alguna razón de ser o hubiera podido suponer un avance en algún sentido. No sé, por poner un ejemplo, el desarrollo de los misiles nazis por parte de Von Braun después derivó en la ingeniería espacial estadounidense que logró, supuestamente, llegar a la luna. Pero no es el caso de Mengele, cuyas carnicerías eran sólo eso: carnicerías; porque sus experimentos eran científicos de forma inversamente proporcional a lo salvajes que eran. Es decir: cero. Sí: dejaba mucho que desear como médico, como científico y, sobre todo, como ser humano. Una joyita.
–Dios. Y, aparte de las carnicerías, quizá la imagen más escalofriante de Mengele era en su papel de Dios. Me explico. Cuando llegaban los trenes cargados de prisioneros a Auschwitz, Mengele se encargaba de recibirlos en el andén personalmente. Pero, evidentemente, no era para darles la bienvenida y una cervecita bávara fresquita tras el largo viaje sino para decidir quiénes servían para trabajar, quiénes para experimentar con ellos, y quiénes se podían ir derechitos a las duchas a que se les gaseara un rato. Resumiendo, era Mengele el que decidía quién vivía y quién moría. No está mal teniendo en cuenta que no era ni el jefe médico del campo. Si lo hubiese sido no sé qué hubiera podido llegar a hacer, la verdad.
–‘American Tour’. Sobre la huida y posterior vida de Mengele hay, como no podía ser de otra manera, diferentes versiones, pero hay varias cosas contrastadas. Por ejemplo, que estuvo detenido junto a otros muchos miles de soldados alemanes, pero que, como no sabían quién era, le dejaron marchar. También está bastante comprobado que al principio, al no estar incluido en ninguna lista oficial de buscados, hizo incluso vida en Argentina con su propio nombre y sin necesidad de esconderse. Y cuando eso se acabó, Mengele estuvo con identidades falsas en, por lo menos, Uruguay, Paraguay y Brasil, donde, como ya había dicho, murió ahogado. ¿Demasiado buena vida para los pecados cometidos? Desde luego, y más teniendo en cuenta que Mengele era un psicópata pero no un gilipollas y vivió donde vivió y no en, por ejemplo, Siberia, el desierto del Sáhara o a las orillas del Mar Muerto.

EPÍLOGO: Cómo están las cabezas...

LeandroAguirre©201 (revisión 01/04/2015)

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