LA REVOLUCIÓN RUSA

ACONTECIMIENTO: Revolución Rusa.

ÉPOCA: Una en la que si te apellidabas Romanov era preferible que dijeras que te llamabas Pérez o Smith. Bueno: Perezov o Smithov mejor.

CRONOLOGÍA: La Revolución Rusa, sin duda uno de los grandes acontecimientos del siglo XX, cambió para siempre la fisonomía política del mundo. ¿Para bien?; ¿para mal? Pues, como casi todo, depende de a quién le preguntes, sólo que en este caso no hay término medio: o te dirán que fue muy buena o te dirán que fue muy mala, pero nadie te dirá que pachí pachá.
Sucedió que gran parte del pueblo ruso empezaba a no estar demasiado contento con las condiciones de vida después de la entrada de Rusia en la I Guerra Mundial, y todo aquel cabreo se fue acumulando hasta que acabó estallando, que es lo que suele suceder con los cabreos. Ya antes, desde 1905, habían habido conatos de revolución, pero fue durante la Gran Guerra cuando se produjo una huelga general masiva que hizo renunciar al zar Nicolás II dejando paso a la república.
A partir de ahí, los bolcheviques de Lenin pasaron en cuatro días de ser un grupo tirando a minoritario a ser los que cortaban el bacalao, hasta que, tras el famoso asalto al Palacio de Invierno, se hicieron definitivamente con el poder. Ello provocó que los nobles rusos iniciaran su particular contrarrevolución con el apoyo económico de Occidente, aunque se ha de decir que los susodichos nobles rusos fracasaron estrepitosamente y el poder quedó en los soviets, y más concretamente en el Soviet Supremo, durante décadas.
Y no, el mundo ya no volvió a ser el mismo. ¿Por los comunistas? No, hombre, no: porque también por esa época empezaba a hacerse popular el fútbol, que eso sí que, estaremos de acuerdo, es importante.

MOMENTAZOS:
–De Nobel.
Aunque algunos generalicen llamándole comunista a todo lo que se menea, la realidad es que para conocerse a todas las facciones de la Revolución hay que tener estudios. Muchos estudios. Que si comunistas, que si bolcheviques, que si mencheviques, que si socialistas, que si marxistas, que si trokystas, que si octubristas, que si sindicalistas, que si chachipirulistas, que si... Un follón, vamos. Cuentan que hubo una persona una vez que no sólo se aprendió de memoria todas las facciones en concurso sino que pudo además entender las interrelaciones entre ellas, lo cual es ya de indiscutible Premio Nobel. Acabó, al estilo Don Quijote, en un manicomio por ello, claro. Pobre.
–La chispa. Las cosas empiezan como empiezan, y lo de 1917 comenzó con una manifestación de mujeres en el Día Internacional de la Mujer para exigir pan. A ellas se unieron los movimientos obreros y, ya se sabe, la cosa se fue liando se fue liando y aquello se transformó en la madre de todas las huelgas generales, acabando con la abdicación del zar, que, se ve, ya estaba hasta el moño de intentar comprender con quién estaba intentando pactar y contra quién estaba luchando y lo dejó estar. “¡Al carajo ya, hombre!”, parece ser que dijo. Solemnemente y en ruso, eso sí.
–La contra. Y, como es norma en la historia, a toda revolución le sigue una contrarrevolución. Y como suele ser norma también, las contrarrevoluciones las suelen financiar los EEUU, en esta ocasión con la ayuda de Francia, Reino Unido y demás. Fue el enfrentamiento entre el Ejército Rojo, que no hace falta especificar cuál era, y el Ejército Blanco, que era el de los nobles. Como todo el mundo sabe, ganaron los coloraos. Y para que no hubieran tentaciones posteriores, los del Ejército Rojo tiraron por la tangente y se cepillaron a toda la familia real, no fuera caso que algún hijo o nieto de Nicolás II se planteara en un futuro reclamar lo que fuera. Ante la duda, la más tetuda, parece que era el lema de algunos.

EPÍLOGO: Mucho ruso en Rusia.

LeandroAguirre©2014 (revisión 24/06/2015)

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