ANTONIO DE OLIVEIRA SALAZAR

NOMBRE: Antonio de Oliveira Salazar.

ÉPOCA: Una en la que la Península Ibérica no era el mejor lugar del mundo ni para ser comunista, ni para ser judeomasón, ni para ser español, ni para ser portugués. Y ya si eras un comunista judeomasón de padre portugués y madre española, la cosa ya era una fiesta para la que no hay palabras.

CURRÍCULUM: Antonio de Oliveira Salazar, más conocido como Salazar, fue un señor que durante el siglo XX rivalizó, con la Península como escenario, con Franco en cansinez y en a ver quién de los dos se perpetuaba más tiempo en el poder. Ganó Franco con cuatro décadas, pero no os creais que Salazar le anduvo mucho a la zaga, porque comenzó a mandar en Portugal en el ’32 y lo dejó por KO técnico en el ’68, lo que, si la calculadora de mi ordenador no falla, hacen un total de 36 años.
En honor a Salazar hay que explicar que el portugués fue mucho más sutil que el gallego y no necesitó perpetrar una guerra de cuatro años: primero entró como ministro de Economía, después se hizo primer ministro, después modificó la Constitución para que le dieran plenos poderes al primer ministro, después dio un golpe de estado de lo más discreto, después se hizo presidente...; y así. Si los españoles pudieron comprobar desde el minuto 1 lo que les esperaba con Franco, los portugueses se dieron cuenta de que estaban en una dictadura casi cuando ya se acababa, así de sibilino fue Salazar, lo que no suele ser habitual en los dictadores, la verdad.
¿Cómo fue el régimen de Salazar? Pues como suelen ser los regímenes fascistas, para qué vamos a extendernos más. Es decir: no fue un bestia como Hitler, pero es que tampoco tuvo nunca el ejército que tenía Hitler, así que tampoco nadie vaya a pensar que el tipo era Gandhi o algo.

MOMENTAZOS:
–Gallego.
Salazar pasó de puntillas por las guerras gordas que le pasaban rozando y silbando los oídos como balas. Durante la Guerra Civil española, por ejemplo, Salazar simpatizaba, obviamente, con el bando Nacional y les dejó usar territorio portugués cuando los combatientes de norte y sur estaban divididos, pero tampoco es que se metiera demasiado en el fregado. Lo mismo con la Guerra Mundial: aunque estaba más próximo a Hitler y Mussolini que otra cosa, no sólo se mantuvo al margen sino que incluso permitió, por circunstancias de la vida, que los Aliados utilizaran las Azores. Salazar no era gallego como Franco, efectivamente, pero en muchas cosas lo parecía más que él, sin duda.
–Muy gallego. Que, por cierto: ¿cómo era su relación con Franco? Pues oficialmente eran muy amiguitos, pero se ve que personalmente la relación no era tan idílica, pues ninguno de los dos se fiaba del otro, lo que es absolutamente normal porque ninguno de los dos era en absoluto de fiar. De hecho, durante la Guerra Mundial Salazar siempre desconfió de que Franco quisiera, con el apoyo alemán, anexionarse Portugal, pero parece que Franco estaba demasiado ocupado firmando sentencias de muerte y esas cosas y no se le ocurrió. Las evidencias siguen cantando: Salazar era mucho más gallego que Franco.
–Muermo. Me gustaría contaros algo interesante o ameno de la vida privada de Salazar, pero parece ser que las palabras ‘interesante’ y ‘ameno’ no son compatibles con la palabra ‘Salazar’. Un muermo como ha habido pocos, se ve. De hecho, lo más emocionante que le pasó fue lo que le obligó a dejar la presidencia: se cayó de una silla –o de una bañera, que hay diferentes versiones–, se dio un golpe en la cabeza, se negó a ver a un médico y, a los pocos días, se puso enfermo de verdad y tuvo que ser operado. Tardó dos años en morirse, pero a nivel práctico ya no ejercía ni como dictador, ni como persona humana, ni como nada. Y eso: que lo más trepidante de su vida personal es que se dio un mal golpe en la cabeza. En este sentido los historiadores no se ponen de acuerdo: mientras unos afirman que a aburrido y a saborío a Franco no le ganaba nadie, otros sostienen que el tedio que supuraba Salazar era insuperable. Y es que, es normal, los dictadores no suelen ser recordados precisamente por su fenomenal sentido del humor, está claro.

EPÍLOGO: Como Franco, pero en gallego.

LeandroAguirre©2013

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