STASI

Reconozco que a mí, desde siempre, desde muy pequeñito, los chivatos me han dado mucho asco. Siempre. Y el confinamiento por el coronavirus ha creado una nueva especie de chivatos, que son los chivatos de balcón. O de ventana, tanto da. Gente sin vida propia que dedica su tiempo de confinamiento a espiar si los vecinos salen o no salen, cuánto tiempo salen y esas cosas.
Se les está llamando “la Gestapo de los balcones”, pero, a mi modo de ver, sería más correcto llamarles “la Stasi de los balcones”, ya que se calcula que casi la mitad de la población adulta de la extinta RDA colaboraban con la organización y allí se denunciaban entre vecinos, amigos e incluso familiares. Un festival.
Por ejemplo, algunos familiares con niños con autismo, que por prescripción médica deben sacar a los críos una vez al día, han lanzado una iniciativa para ponerse un brazalete o una prenda azul que les identifique, hartos de los insultos y las amenazas que recibían de algunos vecinos. Que yo me iba a identificar voluntariamente como si fuera un judío en la Alemania nazi por los cojones, ya os lo digo. O ese otro delirante caso en que un enfermero volvía a casa sobre las ocho después de realizar su turno y se tuvo que escuchar de un vecino: "¡Vaya huevos tienes!".
O ayer me encontré por internet este nauseabundo escrito que alguien había colgado en su escalera de vecinos de Oviedo:

Analicémoslo. Para comenzar, este tipo o esta tipa repugnante escribe esto anónimamente, con lo cual ya describe muy bien la clase de cobarde que es. Para continuar, reconoce implícitamente que lo único que hace durante todo el día es estar pendiente desde detrás de las cortinas de lo que hacen o dejan de hacer sus vecinos. También reconoce implícitamente que, antes del confinamiento, ya era un puto cotilla mierdoso, pues sabe cuánto utilizan o dejan de utilizar la sanidad los acusados por este agente de la Stasi de los balcones. Y para finalizar, se erige en juez moral sobre lo que está bien y lo que está mal, y en una autoridad que dicta las normas sobre las que nos deberíamos regir todos. Mucho asco, insisto.
Mirad: yo tampoco salgo a las ocho a aplaudir a los sanitarios. Y no salgo porque no puedo por motivos de salud. A lo mejor esa gente de Oviedo que no sale a aplaudir no lo hace por idénticos motivos, lo que no sería tan extraño teniendo en cuenta que el mismo chivato asqueroso reconoce en su escrito que están enfermos. ¿Le ha preguntado este chivato repulsivo, tan buena persona él que sale a aplaudir todos los atardeceres, a sus vecinos si se encuentran bien o si necesitan algo? Me juego todo mi patrimonio a que la respuesta es no.
La única vecina que tengo sabe de mis problemas de salud y no me va a decir nada, pero como algún día a alguno de los vecinos del edificio de enfrente se le ocurra decirme algo sobre el tema, va a salir volando hasta Wuhan sin escalas.
En conclusión: nos encontramos con una persona que básicamente es mala gente acusando a los demás de ser malas personas y dando lecciones a los demás sobre cómo ser buena gente.
Por cierto… Precisamente porque no podía salir a aplaudir por las tardes, le hice este vídeo a los sanitarios de mi comarca: https://bit.ly/2wPvKCu. Estos chivatos de mierda, esta Stasi cutre de los balcones, ¿qué coño han hecho aparte de sentirse moralmente superiores por aplaudir un rato? Desde luego, preocuparse por los niños con autismo y por sus vecinos enfermos está claro que no.
Putas ratas… ¿Dónde coño están los Corleone o los Soprano cuando se les necesita?

LeandroAguirre©2020

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