PARAENTREBESTIA CON...

 

Tomás de Torquemada

 

 

 

05/02/2016

Penitenciagite!

Coño, qué susto... ¿Torquemada?; ¿Tomás de Torquemada?
Ego.

¿Me va a hablar todo el rato en latín?
Depende... ¿Vos quién sois?

Un juntaletras.
Ah... Yo soy inquisidor.

Ya, por eso lo llamo, no para que me dé el número de su peluquero.
¿Por qué? ¿No os gusta mi peinado?

Digamos que yo no lo llevaría.
Vos os lo perdéis. Es muy fresquito.

Me alegro. ¿Puedo preguntar?
¿Sois musulmán o judío?

No.
¿Sois un enviado del Averno?

No que yo sepa.
¿Sois un hereje?

Eso sí, para qué le voy a engañar.
Tch... Bueno, va, pregunte. Pero solo porque me aburro como una monja de clausura.

Lo primero, y eso es algo que no le pregunto a casi nadie, ¿es el Más Allá como esperaba?
Eeeeeeeeeem... Sí.

Mucho ha dudado.
No he dudado, he meditado la respuesta.

No había mucho que meditar: o sí, o no.
Digamos que ha habido alguna sorpresilla.

¿Sorpresilla suficiente como para replantearse si lo que hizo en vida estuvo bien?
No sé a qué os referís. No hice nada extraordinario.

Hombreee, señor Torquemada...
Excelentísimo Inquisidor General para vos.

Los cojones. ¿No considera extraordinario el número de cadáveres que tiene a sus espaldas?
Los justos, ni uno más ni uno menos.

Repito: hombreee...
Qué... Estaba todo plagado de moros, judíos, herejes, brujas, conversos, desviados, endemoniados, ateos, zurdos, cojos, tuertos, coleccionistas de sellos, practicantes del curling... Alguien tenía que hacerlo.

O podría no haberse hecho.
Sí, hombre, y dejar toda esa colección de monstruos en las calles.

Tenemos un concepto de monstruo diferente. Porque, aparte, ¿era necesario ensañarse?
Nosotros no nos ensañábamos.

¿Y cómo llama a las torturas que practicaban?
Imaginación sin límites.

Eso sí lo tenían, las cosas como son.
Comprendedlo, Juntaletras: si no los torturábamos, no confesaban.

Quizá es que no tenían nada que confesar.
Lo tenían: siempre acababan confesando.

Hombre, es que si me acerca a menos de cien metros un hierro candente, yo también confieso lo que sea, y en formato ópera si es necesario.
Algo habríais hecho pues.

Dejémoslo. ¿Y esa obsesión con las brujas?
Uuuy, las brujas pirujas... Lo peor.

¿Por?
Porque, además de todo, ¡eran mujeres, Juntaletras! ¡Eran mujeres!

Mujeres como la Virgen María y la reina Isabel, dice.
Pero... ¡cómo os atrevéis!

Solo puntualizo.
Sois un indeseable. Tenéis suerte de que no esté vivo, porque os haría arder en una hoguera.

Se siente.
Esta conversación se ha terminado.

Me quedaba alguna pregunta.
Pues os fastidiáis, hereje. Hasta nunca.

En fin... Era de esperar. Lo preocupante hubiera sido que hubiésemos acabado tan amiguitos.

LeandroAguirre©2016

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