¡¿Quién anda ahí, carajo?!

Sr. Cela, supongo.
¿Y usted es...?

Un juntaletras paranormal que parapregunta. ¿Puedo?
¿Por?

El otro día vi que fue su cumpleaños y me dije: llámalo, va.
Bueeeno, veeengaaa... Pregunte, mequetrefe, pregunte.

Lo primero, felicidades. Serían 100 años...
Usted lo ha dicho, piltrafilla: serían. Estoy muerto, no sé si usted lo sabía.

Sigue siendo el día en que usted nació.
Pues muy bien.

¿Cómo va por ahí en el Más Allá?
Aburridísimo.

Todo el mundo me dice lo mismo.
¿Y por qué lo sigue preguntando, membrillo?

Por educación.
Pues menos educación y más sentido común.

¿Ha conocido a alguien interesante, al menos?
Bah... Más o menos...

¿Shakespeare?; ¿Cervantes?; ¿Lope?; ¿Bécquer?...
Me los han presentado, pero son gente muy sensible.

¿Y eso?
Les dices “cojones” o “carajo” y huyen despavoridos, los muy tarados.

¿Alguien que le haya llamado la atención o algo?
Pérez Reverte.

Pérez Reverte no está muerto.
Pues yo vi a su fantasma.

Eso puede ser, sí. ¿Y alguien de fuera del mundo de la literatura?
Bufff... Un montón de gente. Pero son eso: gente. Me refiero a que la muerte no cambia a las personas, y si no eras interesante en vida tampoco lo eres una vez fiambre. Coño.

¿Y ese “coño”?
Me apetecía.

Vale. Dijo usted una vez que la obligación de un escritor era la de ser notario de su época.
Efectivamente.

Qué coñazo ser notario, ¿no?
Usted porque es un juntaletras de los cojones, si fuera un escritor de los cojones lo entendería.

¿Significa eso que Tolkien o Lewis Carroll no eran escritores?
Significa que eran escritores, sí, pero escritores que se drogaban.

Pero ya no eran notarios.
¿Me ha llamado usted para joderme, Juntaletras?

Si eso le sienta mal, por su ex esposa o su hijo ni le pregunto, ¿no?
Repito: ¿ha venido usted a joderme, Juntaletras?

Lo imaginaba. Pues nada... Sabrá usted que sigue siendo el último al que le han dado un Nobel.
¿Cancelaron los premios? No sabía.

El último español, me refiero.
¿Ni en física ni en nada?

Ni en Eurovisión.
Pues muy mal. Porfíe usted, Juntaletras, porfíe.

Deje, deje... Yo paso de ser notario.
Usted se lo pierde.

Pues muy bien. Le voy dejando ya, señor Cela. Hasta otra.
No creo, canijo.

Yo tampoco. Era una forma de hablar.
Adiós, Juntaletras. Hostia puta ya.

¿Y eso?
Me volvía a apetecer.

Hasta luego, señor Cela.
Quia...

Qué carácter de hombre, por Dios. Que, hablando de carácter, recordadme que un día de estos llame a Fernán-Gómez. Me acojona un poco, pero lo superaré. Creo.