CIUDADANO KANE

Para algunos Ciudadano Kane es la obra maestra de las obras maestras de todos los tiempos, y para otros es un coñazo insufrible. Sin demasiado término medio, la verdad. Especifiquemos que los algunos suelen ser críticos de cine y los otros no suelen serlo, por poner las cosas en contexto lo digo, más que nada.
Y, bueno, esto va de un archimegaultramillonario llamado Charles Foster Kane que se muere. No es un mal comienzo, porque ese es el único consuelo que nos queda a los muertos de hambre en esta vida: saber que los archimegaultramillonarios también se mueren. La cuestión es que Kane fallece pronunciando la palabra Rosebud, lo que intriga sobremanera a un periodista, Jerry Thompson, que se dedica entonces a descubrir qué significaba eso de Rosebud.
Y dicho y hecho, el hombre se pone manos a la obra y comienza a entrevistar a todo bicho viviente relacionado con Charles Kane —ex esposas, ex tutores, ex empleados, ex monitores de pádel...— y reconstruyendo su pasado, que comienza en la miseria y acaba en la abundancia, aunque también en la soledad. Los ricos también lloran y tal, ya sabéis.
Pero al final, Thompson no consigue sacar nada en claro y, sobre todo, no consigue descubrir qué carajo significaba eso de Rosebud. Afortunadamente, Orson Welles no deja a los espectadores con la misma intriga y, al final de la peli, desvela que Rosebud era el nombre del trineo que Kane tenía de pequeño. Un trineo que, por cierto, acaba en la hoguera junto con el resto de pertenencias del millonario.
Y, seguro, os preguntaréis angustiados si soy de los que consideran Ciudadano Kane una obra maestra o soy de los que la consideran un coñazo. A lo que solo puedo contestar una cosa: Budweiser. Y que mis biógrafos se apañen cuando me haya muerto, oye.

LeandroAguirre©2016

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