THELMA Y LOUISE

Dos amigas, obviamente Thelma y Louise —porque de otra forma la película se hubiera llamado Mari Pili y Mari Pepi o algo así—, deciden hacer una escapada de fin de semana.
Efectivamente, agarran el coche y por ahí que se van. Acaban en un bar de carretera donde Thelma bebe un pelín más de la cuenta y donde, en el aparcamiento, la intenta violar un maromo que andaba por ahí. Afortunadamente Louise llega a tiempo y, pistola en mano, logra detener la violación, pero la cosa se calienta un poquito y, finalmente, dispara contra el hombre, dejándolo ahí tirado más seco que la mojama.
Louise se niega entonces a acudir a la policía y, como se ve que había visto muchas películas, decide huir hacia México. Thelma la acompaña porque, ya sabéis, ya tenía el fin de semana planificado y no se iba a volver ahora para casa.
En su huida hacia el sur, las dos mujeres hacen lo que toda persona que huye debe hacer: perder tiempo recogiendo a un autoestopista. Pero no solo eso, porque Thelma, mujer casada, se enrolla con él. Pero no la juzguéis muy a la ligera: se trataba ni más ni menos que de Brad Pitt; y con veinte años, además. Ya me gustaría ver cuántas de vosotras, incluso de vosotros, podrían resistirse.
Pero claro, resulta que, cuando Thelma se despierta por la mañana, ni hay rastro de Brad Pitt ni, lo que es peor, hay rastro de todo el dinero que Thelma y Louise tenían. Es que ni de Brad Pitt te puedes fiar ya... Tch...
Total, que Thelma se siente culpable —normal: porque lo es— y, para solucionarlo, piensa que de perdidas al río y comete un atraco, tras lo cual ambas mujeres prosiguen con su viaje a México.
Pero parece que ninguna de las dos había leído el manual del perfecto fugitivo, o si lo habían hecho se habían saltado la parte en la que se explica que, si huyes, mejor no llames la atención. Que un policía las para por exceso de velocidad, vamos. ¿Y qué hacen nuestras heroínas? Pues, como ya le estaban cogiendo el gustillo a eso de ser unas fuera de la ley, amarran y amordazan al policía y lo meten en el maletero del coche patrulla. Cada dos pasos que daban añadían un cargo a su condena, sí.
Porque por ese entonces ya toda la policía del estado —yo qué sé qué estado, no me agobiéis—, el FBI, el sheriff del condado y hasta los Mossos d’Esquadra andaban tras ellas por el homicidio y el atraco, y, por supuesto, todo finaliza en una persecución, porque sino esto no sería una película americana ni sería na’.
Y entonces llega el momento cumbre. Habiéndose salido de la carretera para despistar a los 200.000 policías, helicóptero incluido, que las perseguían, llegan a un punto donde solo hay un precipicio por delante y la policía por detrás. ¿Y qué hacen este par de locas?; ¿rendirse? Pues no: se tiran por el precipicio, faltaría más. Y entonces se acaba la película, claro. Y no, no se prevé que haya una segunda parte, a no ser que se trate de un film de zombis o de fantasmas.
Moraleja: los fines de semana, casi mejor quedarse en casa tranquilito.

LeandroAguirre©2016

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